El Rastro en Madrid Inundado de Ríos de Gente sin Huellas de sus Reses

El Rastro de Madrid no es únicamente el “mercado más emblemático de la ciudad” como narran los folletos, sino que es toda una experiencia dominguera donde vas descubriendo artículos curiosos mientras nadas entre ríos de gente.

Todos los domingos y festivos, miles de comerciantes se concentran dentro del triángulo que forman las estaciones de La Latina, Puerta de Toledo y Embajadores, y arman sus puestitos para ofrecer sus gangas: desde artesanías, antigüedades y artículos de colección, hasta utensilios de cocina, fotografías, posters o recuerdos de la ciudad, entre otras cosas.

Algunos compran, y otros venden o te hacen trueques. Algunos ofrecen artículos nuevos, otros, usados. Hay quienes tienen precios fijos, mientras que otros más arriesgados prefieren el regateo y ajustan sus precios a cada interesado. Diversas formas de hacer negocio en un mercado al aire libre que brinda una experiencia de compra poco tradicional.

El Rastro conserva su nombre aunque ya no queda el vestigio de sangre que fluía de las vacas que morían en el matadero, pero permanece la tradición instaurada por los curtidores y ganaderos en el siglo XV de montar sus puestos para ofrecer su mercadería derivada de las reses.

En el siglo XIX, el mercado comenzó a diversificarse y se sumaron comerciantes de muebles, joyas y otros objetos de valor. Con el paso de los años, El Rastro se fue desligando del matadero y se fue convirtiendo en lo que conocemos hoy: un interminable sin fin de curiosidades coloridas perdidas entre cataratas de personas que intentan flotar para descubrirlas.

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